viernes, 26 de septiembre de 2008

SIN TAPUJOS

Dicen que es bueno conocer la historia, así un pueblo no volverá a cometer los mismos errores del pasado. Supongo que será cierto.

No se si conocer la historia servirá para evitar tropezar dos veces en la misma piedra (creo que el mundo, mejor, el ser humano ha demostrado hasta ahora que eso es poco más que una utopía), pero sí para recuperar las figuras de aquellas personas que ya no están con nosotros.

Ese es el caso de la tan traída y llevada actuación del juez Garzón, con respecto a los desaparecidos, TODOS LOS DESAPARECIDOS, en la Guerra Civil Española y en la dictadura franquista.

Pretende que todas aquellas personas que están en el limbo del olvido, cubiertas de mentiras, engaños o velos, vuelvan a ocupar el lugar que se merecen: entre los suyos. ¿Qué tiene eso de malo? Para la derecha todo. Sí, porque eso de "que viene el lobo" se les da de miedo a esos señores que siempre han considerado la Ley para la recuperación de la Memoria Histórica uno de los grandes errores de este nuestro gobierno actual. Socialista, por si a alguien le quedaba alguna duda.

Nuestra transición fue un gran logro, desde luego, pero a costa de que todos aquellos que durante cuarenta años camparon a sus anchas pisoteando los derechos y libertades fundamentales de las personas, se fuesen como vulgarmente se dice "de rositas". Evidentemente no justifico los crímenes que se cometieran en ninguno de los llamados "dos bandos", pero es que lo de ellos (derecha) fue descarado.

Probablemente hace treinta años no estuviésemos maduros para una investigación así, y los padres de la democracia española en el gobierno decidiesen correr un grueso e inaccesible velo sobre el tema, con la conformidad forzada de las personas españolas que habían sufrido durante mucho tiempo. Vale.

Sin embargo, creo que ahora podría caer la fruta del árbol sin necesidad de que se mancillase ni se echase a perder. Ha pasado tiempo y la gente quiere saber, no quiere venganza, quiere tener a sus seres queridos cerca. ¿Qué hay de malo en eso? Nada, salvo que te sientas culpable y no quieras que esa vergüenza te persiga cada día.

Supongo que será eso. Hay muchas fosas comunes sin nombre, cuerpos enterrados a los pies de las tapias de un antiguo cementerio, junto a la cuneta de cualquier carretera vieja o dentro de los propios camposantos. Tenemos la obligación de nombrar a sus ocupantes, sean de la opinión política que sean; tenemos el derecho a saber la verdad, nos guste el color que nos guste; queremos saber.

Afortunadamente yo era una niña cuando el hombre que permaneció en el poder durante cuarenta años ilegítimamente falleció, no tuve que vivir años de represión y miedo; pero sí me ha tocado vivir el dolor del desconocimiento. No quiero eso para mis hijos.

Mila.